Cuando Alicia Entel habla de la interacción simbólicamente mediada en los espacios culturales, se refiere a la comunicación humana como un fenómeno NO biológico – como lo es el mecanismo comunicacional de las abejas – sino como un espacio construido desde la racionalidad humana y su capacidad de abstracción. La propia naturaleza de la comunicación implica, para su realización, la existencia de un emisor y un receptor. En la naturaleza de la comunicación
humana existe la cultura como componente fundametal, dado que es imposible pensar la una sin la otra.
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